Natalia esperaba en su despacho, su paciencia estaba agotándose, principalmente porque sentía que habían defraudado su confianza y que mostró cariño a la persona incorrecta, y más aún porque lo consideraba como un hermano pequeño. Sin embargo, también lo atribuía al hecho de que últimamente no se había estado sintiendo bien.
- ¿Puedo pasar? - Natalia deja salir un suspiro para tratar de calmarse y no explotar con toda ante ese joven presuntuoso. -
- Adelante. - Le dice mientras trata de mantener la calma. -
- Buenos días. - Mateo estaba nervioso, sobre todo al ver la mirada profunda de Natalia, y es que a pesar de que él tenga una personalidad fuerte no puede evitar sentirse así ante ella. -
- Me imagino que traes tu carta de renuncia. - Natalia no estaba dispuesta a dejarse doblegar por esa expresión en su rostro. -
- Yo… - Mateo no esperaba esas palabras, porque él tenía toda la intención de brindarle una explicación. - Eso no…
- Escucha… No me importa si eres hijo de una