En la oficina de Elías, este se encuentra mirando fijamente al hombre frente a él, quién no ha cesado de reclamar por ser un mal amigo y por nunca considerarlo en absoluto.
- ¿Cómo es posible que haya sucedido todo eso en una semana en la cual me ausento y yo no me entero de nada? ¿No crees que es demasiada ingratitud de tu parte?
- No seas tan dramático, lo que sucedió es algo que puedo manejar por mí mismo. - Le responde Elías sin darle mucha importancia. -
- Si es así, ¿por qué no has hecho nada aún? - Pregunta con impaciencia. -
- Porque te estaba esperando, además, quería que bajarán la guardia, al pensar que caímos en su señuelo.
- Probablemente pensaron que ibamos a creer que Natalia había caído por sí misma a la piscina por estar ciega. - Le confirma Santiago. -
- Así es, pero no contaron con que ella ya veía. - Le dice mientras deja caer su cabeza sobre el espaldar de la silla.
- Bien, ¿cuándo comenzamos? - Pregunta con ansiedad. -
- Ya mismo.
Elías y Santiago