Natalia pasea tranquilamente por el jardín, no se preocupa por chocar con nada ya que sabe que todo está preparado para que ella pueda avanzar sin temor alguno, todo esto lo realiza bajo la vigilante mirada de Elías, quien observa cada uno de sus gestos y movimientos.
- Soy yo… - Natalia se asusta un poco debido a que estaba distraida y no sintio su presencia. - Permíteme llevarte a un lugar.
- ¿A dónde? - Pregunta con calma, aunque no puede evitar sentirse nerviosa. - No pretenderás secuestrarme, ¿verdad?
- Jajajaja, ganas no me faltan. - Responde con un tono de voz suave. - Pero no, ¿te gustaría ir a comer un helado?
- Por supuesto, me encantaría. - Mientras caminan tomados de la mano, el silencio es palpable entre los dos, hasta que Natalia decide hablar. - ¿Por qué siempre apareces de la nada?
- Me gusta llegar siempre de sorpresa. Además, me encanta ver los diferentes gestos que haces en tu rostro.
- Jajajaja, ¿estás bromeando? - Pregunta mientras sonríe negando con su cabe