– ¿Sabes?…anoche Anthony mencionó por primera vez que le gustaría casarse conmigo — dijo ya sin aguantarse, mientras se recargaba en la puerta.
Regina abrió los ojos sorprendida y sonrió — Me da tanto gusto, Jane — dijo sinceramente terminando de colocarse su ropa interior, y proseguir a buscar su pijama.
—Nunca pensé que diría tal cosa — Se sinceró la castaña— ¡Vaya! Ni siquiera que lo pensara –
—Eres una chica única, y él no es un idiota para no notarlo — afirmó la pelinegra al finalmente abrir la puerta con su cabello revuelto.
Jane sonrió sin fijarse en su aspecto — Me hizo feliz — confesó.
—Te lo mereces, tonta— Regina le dijo y la abrazó.
—A veces creía que solo seguía conmigo porque quería que nos acostáramos – admitió la castaña.
—Ya ves que no – respondió Regina.
Las dos amigas se vieron con una sonrisa dibujada en el rostro y de pronto la castaña recordó el mal estado en el que dejó a Regina la noche anterior, se sintió una estúpida por poner el dedo en la herida al comparti