Deudas pendientes

Arianna

Sabía que Julia se encontraba en casa porque fuera estaba aparcado el monovolumen que tanto le gustaba presumir.

—No creo que sea buena idea —dijo Sofí sosteniéndome del brazo —. ¿No deberíamos ir a festejar o algo?

—Iremos a festejar más tarde, ahora necesito hacer esto —. Me incorporé para abrir la puerta del coche.

Esperaba que no notase el matiz de aversión y angustia que teñía mi voz.

—¿Con qué propósito? —Insistió, justo cuando acaricie la manecilla de la puerta para abrirla —. Ahora tienes que cuidarte. Hablar con ella, enfrentar a la persona que te ha hecho daño, no es cuidarse. Es todo lo contrarío —. Me cogió de la manga del abrigo, esperando que entrase en razón. Sin embargo, logré zafarme de su agarre y levante la mano, quitándola de su alcancé. Frunció el ceño y pude ver lo mucho que le preocupaba que fuese a enfrentar a Julia. —. Estar aquí me da muy mala vibra, vamos a casa, podemos pedir algo para cenar. Te consentiré hasta que llegué tu chico y
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