Gabriela sabía que había tomado decisiones equivocadas a lo largo de sus veintitrés años de vida. Sin embargo, aquellas dos últimas, habían sido las peores de toda su historia. La primera fue aceptar ser la amante de su mejor amigo y, la segunda, fue ofrecerle una exclusividad que no le era recíproca.
Porque él no se detenía a pensar en ella, cuando se metía entre las piernas de aquella mujer. Sin embargo, ella muchas veces se había negado a aceptar una invitación de otro hombre, solamente para no molestarlo.
Pero ahora, cuando la fecha de su boda estaba tan próxima. Simplemente, no podía seguir manteniendo el papel de la otra. No, ella sabía que merecía más, un más que él no estaba dispuesto a darle.
—¿Qué es esto?
—El collar que me regalaste —se lo extendió para que lo tomara; sin embargo, él no quiso agarrarlo.
—No entiendo, ¿por qué me lo devuelves? —parecía desconcertado.
—Porque esto se terminó.
—Gabriela...—los ojos marrones la miraron furiosos.
—Fue una buena amistad, rea