Valeria no volteó a verlo ni una sola vez. Sabía que él estaba allí, justo detrás de ella. Podía sentir su presencia, ese aura que le cautivaba, que le hacía estremecer la piel de pura anticipación.
Pero más allá de las ganas también le atacaron los nervios.
Eran más de tres años sin estar con un hombre.
¿Estaría bien depilada?
¿Se vería fea?
Por un momento quiso acomodarse el cabello con las manos, ir al baño y pasarse rápidamente la hojilla por su zona púbica, pero no tuvo tiempo.
Él la abrazó por la espalda, la apretó entre sus brazos, pero no de una manera sexual, parecía un gesto simple de cariño.
Valeria se estremeció, fue un estremecimiento agradable, un cosquilleo en el vientre y también en el corazón.
Lentamente hizo su cabello a un lado, dejó su hombro descubierto y lo besó. Fueron besos cortos y simples, besos casi inocentes. Los percibiría como tal si no sintiera un bulto duro justo allí, en su espalda baja.
Ella no tuvo palabras para decir. Solamente recostó la c