PUNTO DE VISTA DE DERIAN:
El sonido constante del monitor cardíaco era una molestia con la que había aprendido a lidiar. El hospital tenía un olor a desinfectante que me resultaba insoportable, pero al menos me daba tiempo para pensar.
Pensar en Lina. En lo que estábamos haciendo.
En Dan.
No sabía qué era peor: el dolor físico o el tener que fingir frente a él. Cada vez que lo veía, quería mirarlo a los ojos y hacerle pagar. Pero no podía. No todavía.
El plan seguía en marcha.
Escuché murmullos afuera de la habitación. Presté atención.
—Lina, vamos, entra conmigo.
Es..... ¿Dan?
—No, Dan… Prefiero esperar afuera. No quiero que Derian se altere.
Respondió Lina con voz suave, aunque sabía que era parte del plan.
—No se va a alterar. Vamos juntos.
—No.
Su negativa fue firme, pero controlada. Dan suspiró.
—Bien. Espérame aquí.
Segundos después, la puerta se abrió. Dan entró primero, pero no estaba solo. Detrás de él, nuestros padres.
—Derian…
La voz de mi