Se acercó y se sentó junto a ella.
Sintió una profunda calma interior, todo su ser se relajó completamente. Tenerla a su lado se sentía realmente bien.
A la mañana siguiente, Laura abrió los ojos y estiró los brazos por costumbre, pero descubrió que su puño había golpeado a alguien. Se quedó paralizada un instante.
—¿Ya despertaste? —al segundo siguiente, se encontró con unos ojos que la miraban con ternura.
—Santiago, ¿qué haces en mi cama? —anoche se había quedado dormida en el sofá.
No recordaba nada después de eso.
—Te quedaste dormida, te traje cargada, pero cuando te dejé en la cama, te aferraste a mi cintura y no me dejaste ir, así que me quedé —explicó Santiago con voz suave—. Anoche nos acostamos tarde, duerme un poco más. Me levantaré a preparar el desayuno y vendré a despertarte cuando esté listo.
Laura estaba a punto de hablar cuando sonó su teléfono.
Rápidamente lo tomó y contestó.
—¡Laura, ven rápido! Patricia despertó y está furiosa, no puedo controlarla yo solo —era la