—Me pellizcó la cara, me jaló la mano, me gritó, en fin, fue muy mala —explicó Samuel señalando su mejilla y levantando su muñeca—. ¡Ya lo sabías antes!
Laura recordó el incidente del aeropuerto. Santiago había ido a investigar pero aún no la llamaba. ¿Sería que no había encontrado nada?
—Pero ya me vengué, mamá. Y aclaro que no es para hacerle daño, ¡solo para advertirle que no debe maltratar a esa niña! —dijo Samuel orgullosamente.
Laura lo miró fijamente. —¡¿Qué hiciste?!
—Solo instalé algo en su teléfono que le recordará que no debe abusar de otros —dijo Samuel sonriendo.
Laura no insistió más al oírlo. Aunque pequeño, Samuel sabía sus límites y no lastimaría a otros sin razón. Aquella mujer lo había maltratado, así que su represalia parecía justificada.
En ese momento, Maite llegaba a la residencia de Fiona. El chofer le abrió la puerta. —Señorita Sánchez, por favor baje.
Maite bajó sosteniendo su vestido y le dijo al chofer: —Espérame aquí, volveré pronto.
El chofer respondió con