Manolo se movió ligeramente, sus largos dedos acariciando el borde de la cristalina copa de vino, un gesto que parecía esconder infinitas historias y sentimientos inconclusos.
Un mal presentimiento cruzó la mente de Milena.
La voz del hombre resonó suavemente en sus oídos: —Debes saber que, nacidos en familias como las nuestras, las decisiones matrimoniales a menudo trascienden los límites de los sentimientos personales, atados por las responsabilidades y expectativas familiares. Por lo tanto, si guardo en mi corazón amor por otra mujer, ya no es tan importante. Lo importante es que nuestro matrimonio satisfaga a nuestros padres, y que entre nosotros, al menos mantengamos una complicidad sin aversión mutua.
Mientras hablaba, su mirada se perdía en algún punto indefinido, como si estuviera viendo a alguien a través de él.
Esa mirada hizo que el corazón de Milena se encogiera inexplicablemente.
Había imaginado que Manolo tendría a alguien especial.
Pero enfrentarlo directamente le dolía