— El señor Soto tiene algo muy importante que discutir con la señora, ¿podría venir a la empresa? —La voz de Mario salió del altavoz y Laura arqueó una ceja: — Estoy ocupada con trabajo. Si su señor Soto tiene tanta urgencia, que venga él a buscarme al bufete. Si no es urgente, hablamos cuando termine mis asuntos.
Antes, si Mario la llamaba para que fuera a ver a Miguel, ella al instante dejaba todo y corría a verlo.
Para ella, Miguel siempre había sido la prioridad.
Pero ahora que iba a divorciarse de Miguel, naturalmente ya no podía obedecer ciegamente sus órdenes.
¿Dejar su trabajo para ir a verlo? ¡Ni pensarlo!
— Bueno, está bien —Mario tuvo que colgar y fue a la oficina del presidente a informar la situación.
Miguel se sorprendió muchísimo de que Laura se negara a venir.
Recordaba que antes a ella le encantaba correr a su oficina.
Siempre traía galletas caseras, pasteles, té con leche y cosas así.
— ¿No le dijiste que tengo algo muy importante que discutir con ella? —Seguramente M