Jenny solía mandar mensajes hablando siempre de su embarazo y de cuánto la amaba Miguel.
Laura estaba cansada de verlos.
No era ella quien se negaba a divorciarse de Miguel.
Era Miguel quien no quería hacerlo.
Pensándolo bien, Miguel tampoco amaba a Jenny como ella decía.
Después de todo, Jenny estaba embarazada y Miguel no había buscado divorciarse de ella.
Si un hombre realmente ama a una mujer, ¿cómo permitiría que la llamaran amante?
En ese momento, sonó el teléfono.
Laura dejó sus pensamientos y miró el número en la pantalla, exhaló suavemente y contestó.
— Hoy es mi cumpleaños, quiero invitarte a cenar, en el restaurante francés de Plaza Siglo —La voz de Jenny era suave y agradable.
Laura sonrió: — No será necesaria la cena, haré que te envíen un regalo de cumpleaños.
Jenny siempre andaba pavoneándose frente a ella, tenía que responderle de alguna manera.
— Miguel ya me dio un regalo de cumpleaños, ustedes son esposos, no necesitas enviarme algo por separado —Jenny rechazó con su