El olor a rosas nuevamente llegaba hasta sus fosas nasales, la belleza de los jardines en Le Rosey parecía un poco más opaca por la llegada del invierno, aun cuando se notaba el extremo cuidado que los jardineros tenían y el gran empeño que depositaban en los cuidados hacia las rosas, era obvio que no pudiesen salvarlas del todo contra los vientos cada vez más helados, aquella noche era muy fría, Juliette se había puesto un grueso abrigo para no congelarse al descender del lujoso vehículo de la familia Beaumont del que bajaba junto a Fernand, hacía varias noches que no se presentaban en el café, las miradas curiosas y chismosas de inmediato se centraron en ambos la verlos llegar juntos, los cuchicheos no se hicieron esperar como era de suponerse, Fernand no parecía incomodo en lo más mínimo, pero Juliette se sentía muy acongojada, se sentía al borde de un ataque de nervios al saberse aun sin noticias, no lograba notar las miradas y chismorreos a su alrededor.
— Buenas noches Juliette