— ¿Quien mas sabe de esto? — cuestiono Fernand.
Juliette negó lentamente en respuesta.
— Nadie lo sabe, son las primeras personas a quienes se los digo — dijo Juliette con sinceridad y ninguno podía oler mentira en ella.
Fernand golpeo el suelo en frustración, si lo hubiesen sabido antes no hubieran permitido que aquel aberrante hombre se acercara a la hermosa rubia, Edmond apretó los dientes, ahora podía entender la repulsión y el asco que sentía la rubia y que eran la razón de su estado actual.
— ¿Eros lo sabe? — pregunto Edmond mirando a Juliette a los ojos.
— No, no lo sabe y no debe saberlo…si se entera de esto no se que reacción esperar de el, además, solo son sospechas, no tengo certeza alguna de nada de esto, así que les ruego, guarden silencio al respecto — dijo Juliette llorando de desesperación.
Edmond recordó de nuevo aquel peculiar aroma que compartían entre ambos, medios hermanos...era demasiado probable que en efecto así lo fueran, sus rasgos similares, aquel olor incon