El trayecto a la mansión había sido silencioso, tanto, que comenzaba a extrañar la grácil sonrisa de la rubia, recordando los malos chistes y el florido sarcasmo de la joven, comenzó a sonreír sin percatarse de ello, los árboles lucían espectrales en medio de las ya oscuras praderas que se cubrían de un manto de neblina y nubes negras presagiando una nueva tormenta que desplazaba de nuevo la cálida luz de los rayos de sol, el panorama lucía tan triste y lúgubre que parecía que toda la alegría y calidez del medio día se habían marchado junto a la hermosa jovencita de la que odiaba despedirse cada noche aun cuando siempre estaba la promesa de verla la siguiente, sus ojos de brillante zafiro y su bella sonrisa parecían no querer salir de sus pensamientos, era tan molesto como maravilloso, Juliette se había quedado grabada en cada fibra de su ser, en cada recoveco de su mente y pensamientos…en cada rincón oscuro de su corazón… finalmente la vieja mansión aparecía ante su vista, nunca se h