Libi encontró el cargador de Irum en el primer cajón del escritorio. Había también un libro con cubierta de cuero que recordaba haber visto entre sus manos cuando leía junto a la chimenea. Interesada en saber qué tipo de lectura lo atraía, lo tomó.
No encontró letras impresas entre sus páginas, estaba en blanco, pero no vacío. Casi a la mitad halló una fotografía. La joven mujer que allí aparecía retratada era pálida y delgada, con grandes ojos verdes que le recordaron a los suyos. El cabello rubio cobrizo las diferenciaba un poco, por lo demás, ella y aquella mujer podían ser hermanas.
O madre e hija, confirmó al ver la fecha escrita en el reverso. ¿Qué mujer había en la vida de Irum además de ella y Pepa? ¿Quién sería tan importante y valiosa como para que su recuerdo lo acompañara de vez en cuando junto a la chimenea?
«Hola», le dijo Libi a la primera y única imagen que había visto de su suegra. Obligando a sus lágrimas a mantenerse en su sitio, llevó la fotografía a su pecho y al