Ella supo que, a aquel ritmo, pronto se encariñaría con Dober. Así como era consciente que, si se apartaba de Dober, quedarían los recuerdos de esos días fríos que pasó a su lado y aquella protección que él le daba.
—Señor Dober —llamó ella, una vez habían acabado de desayunar y él se disponía a cambiarse con su abrigo largo y oscuro.
Hiz se levantó del comedor y caminó hasta él. Estando los dos de pie, cerca del closet, se miraron fijamente.
El violeta y rosado. Dos colores de iris totalmente opuestos que comenzaban a acercarse poco a poco.
—Hiz —Dober terminó de ponerse el abrigo—, ¿sucede algo?
—¿A dónde va todos los días? —Llevó las manos a su pecho.
—Debemos hacer revisión por el área.
—¿Están buscando algo?
—Sí, ¿recuerdas los hombres que viste en el bosque?
Hiz sintió su pulso alterarse.
—S-sí, claro.
¿Cómo podría olvidarlo? Ese día creyó que iba a morir.
—Esos hombres son del grupo Exterminio, asesinaron a los Infinitos y los colgaron por todo el territorio —explicó Dober—. Va