Dober se levantó del sillón y se abalanzó a ella para besarla y abrazarla:
—¡Amor, eres una genio, una genio! —soltó.
Betsy estaba sorprendidísima al ver que Dober se mostraba tan amoroso con su pareja. Era como si hubieran reemplazado al serio y demandante Dober por uno amoroso, cariñoso y alegre.
Volteó a ver a Jew. Él la tomó de una mano y le mostró una sonrisa.
—Vamos a poder ir juntos a la misión —le susurró el joven.
Ella sonrió con cariño e hizo pequeños sí con su cabeza.
Entonces, la puerta de la habitación se abrió y a la vista apareció Dane y Gost.
Hiz se apartó de Dober y la sala entró en silencio tensionante.
Las pisadas de los zapatos de Gost se escuchaban como un ritual de alguien que acababa de entrar al momento exacto donde se establecer&