Mundo ficciónIniciar sesiónActo I- Convenio informal ~
"Él me gusta pero alguien como yo no podría estar jamás a su lado"Mi voz resuena en la oscuridad como un débil eco.
De nuevo el gran escenario abre su gran telón.
Una voz familiar y a la vez distante habla como una sombra entre una multitud sin rostro.
"Hoy de nuevo, muéstrame un gran espectáculo" Me dice mientras niego con la cabeza.
La sombra da tres aplausos y sus hilos toman mis brazos.
—Por favor, no quiero recordar más.
La sombra hace señas de no importarle.
Observo mi ropa, es un vestido con flores y el pecho en color negro. Es un vestido que es elegante y puede ser tomado por casual a la vez. Mis zapatos son casi nuevos, este es... el conjunto que me eligió el señor Eardwulf.
Abrazo mi cuerpo como si me sintiera desnuda.
Este vestido, fue uno de los regalos que me dio ese hombre... No quiero verlo en mis sueños, no ahora, no después de que Ery me abrazó.
"No te preocupes, está vez no lo verás físicamente. Pero si estará presente"
— ¡No, por favor!
Mi súplica hace eco en el escenario cuando los hilos vuelven a tomar posesión de mi cuerpo para convertirme en marioneta, su deber es entretener a quien sea que mueve los hilos como un espectáculo morboso.
El escenario se convierte en el departamento de perfumería de un centro comercial al que he ido solo contadas ocasiones siguiendo a mi mejor amiga o al señor Eardwulf. También para investigar un poco sobre las fragancias para comprender un poco sobre la esencia única que tiene un lobo hacia su pareja.
Me estoy mintiendo.
Esa era mi escusa...
La sombra aplaude y nuevamente me obliga a interpretar el papel de mi pasado.
Una última lágrima escapa por mi mejilla y desaparece de inmediato con la luz que da color a mi alrededor, así vuelvo a olvidarme de mi misma y me inmerso en un momento más de mi vida que fue bloqueado al momento de transmigrar.
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—Es demasiado caro—digo a regañadientes.
Claro, el señor Eardwulf no solo usa trajes de marca italiana de diseñador, también la fragancia que lleva es de la misma. Si ese desgraciado pudiera ser embajador de la marca seguramente lo sería.
Sería perfecta propaganda errante. Debió ser modelo, el porte no le falla...
—Con lo que le cuesta una de estas, fácilmente podría pagarme un adelanto decente para otra novela.
Mi voz es baja para que no me escuchen las dependientas, aun así parecen notar que estoy ahí para hacerles perder el tiempo porque jamás tendría lo suficiente como para derrochar en un perfume fino y caro. Al menos la imitación se parece demasiado.
Sin embargo, la imitación no tiene esa botella que a pesar de tener una forma simple lleva una historia tan fascinante como la persona que lo trae puesto porque se ha fascinado con ella.
Él no lo sabe, siempre he deseado ir a una playa y sentir la arena en mis pies. Hace tanto tiempo que no voy a una, creo que por eso su olor me es tan marcado. Es como el mar que tanto anhelo ver.
El frasco es una carta de amor a una isla y la botella imita la sensación suave de su arena.
Quisiera poder acariciar ese frasco. Apuesto a que podría dormir acariciando esa botella.
Es una lástima. Alguien como yo solo puede conformarse con la imitación.
Una fragancia que pretende ser la original pero nunca estará del todo completa.
—Igual que yo...
— ¡Señorita Beckham! —Su voz me despierta de mi doloroso letargo mental.
—Joven Eardwulf, otra vez nos encontramos ¿Acaso me está siguiendo?
—Al principio si fue coincidencia, lo juro.
¿Esta vez no lo es? Al menos se ha vuelto más sincero.
—Entonces sin ser una coincidencia ¿Le parece si vamos al café de siempre?
Esta vez pediré algo barato. Debo administrar un poco mis gastos este mes. Una vez muestre un adelanto con la mitad de la historia, entonces tal vez el señor Eardwulf pueda entregarme el extra por añadir las escenas para adultos.
— ¿Que le sirvo, señorita?
—Un té de cam--
—Dije que yo invito—interrumpe— siempre pagas lo tuyo. Al menos toma mi palabra esta vez, puedes verlo como un gesto por la amistad que hemos formado.
Amigo...
Yo nunca he tenido un amigo varón. Pero es el hermano de mi jefe, un Eardwulf para variar.
Prácticamente también es mi jefe. Es imposible que seamos amigos.
—Se te nota en la cara que tienes toda una batalla ahí adentro. Yo no soy tu editor así que no estás a mi cargo, no hay nada malo en que pague por una amiga.
Asiento resignada.
—Así que pide lo que quieras, no hay restricciones para mi tarjeta de crédito.
—Si no fuera porque sé que son hermanos desde hace tiempo, ya habría sospechado que lo son con ese comentario.
—Entonces sabrás que cuando decimos que haremos algo lo cumplimos.
Me guiña el ojo y asiento. Le tomaré la palabra.
— ¿Qué desea ordenar?
— ¡Un caramel macchiato helado, con extra caramelo y extra leche por favor! —Decimos ambos al unísono.
Los dos nos reímos.
— ¿No vas a pedir el extra con chocolate?
—Hoy quería algo diferente.
—Entonces coincidimos en eso hoy.
Los dos nos reímos con más fuerza.
—Dos caramel macchiato con extra caramelo y leche por favor—Dice devolviendo el menú.
— ¡Oh y crema batida arriba! —Añado con descaro.
— ¡El mío también! —Me secunda.
Nuevamente nos reímos muy tímidamente. La última vez que vi en persona al señor Eardwulf fue cuando lo llevé a mi café favorito, desde entonces solo me escribe dos veces por semana con mensajes cortos de menos de cuatro palabras.
— ¿No has estado viendo mucho hacia esa puerta?
—No, para nada...
— ¿Te preocupa que vuelva a molestarse mi hermano mayor?
— ¡Para nada! ¡No tiene derecho sobre lo que yo haga o no!
Edward se ríe.
—Eso no fue lo que me pareció esa vez.
—Me tomó por sorpresa. Además, su sarcasmo solo me hace confirmar una cosa--
— ¿Ah sí? ¿Qué?
— ¿No le dirás que lo dije?
—Prometo que no— hace señas de una cremallera en la boca.
—Es un mamón
Edward suelta una sonora carcajada que incluso todos en la cafetería voltean a vernos.
¡BAM, BAM!
Golpea la mesa mientras ríe como si fuera imposible pararlo.— ¡Dios, es la primera vez que alguien lo llama así sin tenerle miedo a las consecuencias!
—Es la palabra que mejor lo resume.
Edward ríe agarrándose del estómago y finalmente tose recuperando su compostura.
—Prometo que no le diré nada— La seriedad en su rostro cuando intenta contenerse me recuerda un poco a la del señor Eardwulf, bueno, son hermanos así que deben parecerse.
—Si no regreso mañana será porque el señor Eardwulf me enterró bajo tierra y seré un gran peso en tu conciencia por delatarme.
—Entonces por el bien de mi persona y que el fantasma de Beckham no me atormente por las noches lo mantendré en secreto.
—Cuento con usted. Aseguro que como fantasma seré muy aterradora y vengativa.
Mientras hablamos y reímos puedo sentir un poco lo que es esa libertad de hablar con alguien de mi edad, sin embargo en mi interior, falta algo. Nuevamente miro hacia la puerta ¿Acaso espero verle entrar? No, esto no puede continuar.
Hablar con el joven Eardwulf es divertido. Aunque no habla de libros e historias fascinantes también sabe entretenerme y envolverme entre sus palabras. Pero… no es él.
—Si deseas algo más puedes pedirlo. No necesitas escatimar.
—Si hace eso me voy mal acostumbrar.
También digo algo de que al cumplir demasiados caprichos las personas se pueden malcriar.
—Me hubiera gustado tener una hermana menor. La habría malcriado hasta la médula.
— ¿Puedo decirle un secreto pequeñito?
—Soy una caja de secretos.
—Yo también... Nunca he tenido amigos varones ni me interesa en realidad. Pero un hermano, muchas veces he pensado que mi vida sería mucho mejor si tuviera uno. En especial si fuera mayor que yo.
— ¿Por qué?
—Así podría golpear al señor Eardwulf cuando se porta como un cretino conmigo.
Edward pega una sonora carcajada.
—¡¡JAJAJA!! ¡Tendría que ser muy fuerte para poder pegarle al bruto de mi hermano! ¿Sabes que hace pesas cinco veces por semana?
— ¡Oh, acaba de decirle bruto!
Edward se tapa la boca y se avergüenza.
—No tiene nada de malo llamarlo bruto, lo es. Frente a mí no tema decir lo que piensa. Tampoco le diré a nadie.
—En realidad, señorita Beckham, soy un grosero de lo peor.
— ¿De verdad?
—Sí, tengo una personalidad que no dejo que conozcan mi abuelo, mi papá ni mucho menos mi hermano mayor.
— ¿De verdad?
—Sí, una muy oscura y desagradable. Así que no dejo que mi lado malo me domine.
—A mí no me parece que seas malo.
—Lo soy, bastante y soy despreciable... Para empezar me acerqué a ti con malas intenciones.
Aunque parece estar arrepentido me ve con sorpresa al notar mi reacción indiferente.
La mesera llega con la bandeja y nos acomoda las bebidas en la mesa. Tomo una pajilla y jugueteo con el envoltorio de papel.
—Veo que a la señorita Beckham no parece sorprenderle lo que digo.
—Soy escritora, joven Eardwulf —Uso mis dedos y juego con cada extremo de la pajilla— Tengo un terrible sentido de la intuición aunque no me funciona exactamente todo el tiempo. Lo supe desde el principio.
— ¿Ah sí?
Con una expresión divertida abro el envoltorio y libero el artículo de plástico transparente.
—La relación de ustedes como hermanos no es la mejor. Sin embargo es muy obvio el cómo el joven Eardwulf ve a su hermano mayor.
Mientras Ed me observa en silencio, mi atención la tengo en la pajilla de mi vaso que va mezclando todos los colores del caramelo, el café y la crema batida hasta quedar en tono color amarillento.
—Complejo de hermano ¿no es así?
Edward suelta una risilla nerviosa.
—Entonces debería leer sus historias si son tan perspicaces como lo es la señorita.
—No intente adularme, joven Eardwulf. Eso no fue lo que dijo el primer día ¿Lo recuerda? La "escritora fracasada" en palabras y auspiciada por el mismísimo Grant Demonio de Lupus.
Nuevamente se escucha otra carcajada.
—"Grant Demonio de Lupus" ¡Lo voy a apuntar!
Ambos hermanos son tan diferentes. Dudo mucho que el señor Eardwulf pueda reír de esta forma. Me pregunto cómo se vería si pudiera sacarle una carcajada.
¿En qué rayos estoy pensando? Por supuesto que ese demonio no sonríe. No con esa cara de...
— ¿Le ocurre algo, señorita Beckham?
—Me agrada más este joven Edward, un lobo como debe ser y no el cordero que quiere aparentar.- Digo con toda honestidad.
—Serias la única que diga eso.
Edward sonríe con nostalgia en su mirada.
—Ahora entiendo por qué a pesar de ser apenas un brote, mi hermano se ha entusiasmado tanto con la pequeña flor.
El joven Eardwulf murmulla en una voz casi inaudible así que solo escucho algo de un brote.
— ¿Dijo algo, joven Edward?
—Nada. Pensé en voz alta.
El resto de la tarde nos pasamos hablando de muchas cosas, por alguna razón continuaba saliendo a colación la mención de ese hombre, ni su hermano ni yo podíamos evitarlo.
****
Desde entonces se ha vuelto un hábito que en lugar de entrar en el departamento de perfumería me encuentre directamente con el joven Edward en el mismo café. Nunca lo convenimos, simplemente sucedió.
Debido a que el señor Eardwulf parece incomodarse cuando le menciono el tema del segundo protagonista, decidí pedirle un poco de consejo como editor al joven Edward, después de todo es la base para Etzel Avery.
— ¿Es mi imaginación o el segundo protagonista me da aires de ser yo?
—Lo es—Le admito sin rodeos.
—Oh por dios, si mi hermano ve esto me odiará más de lo que ya lo hace.
—Es mi historia, haré lo que quiera. Además, dudo mucho que le importe.
Es mentira. Aquella vez en que terminamos actuando frente a mi puerta fue su molestia por usar a su hermano como molde para el segundo protagonista lo que detonó que llegáramos a ese momento.
— ¿Ahora en qué se le ha dificultado la historia?
—En esta parte no he logrado plasmar lo que es un vínculo de hermanos.
—Ah, es cierto. No tiene hermanos la pequeña escritora.
— ¿Cómo puede un Alfa aparentar tan fríamente sus pocos lazos afectivos? ¿Con lo amable y tierno que es, no sería Etzel muy alejado de la personalidad de uno?
He escrito ya esta parte demasiadas veces y no he logrado sentirme satisfecha con el resultado. Tal vez, porque no tengo hermanos. O quizá… me falta una pieza en el rompecabezas.
—Yo creo que lo has plasmado perfectamente. En esta parte se siente muy real esa tensión entre ellos. Además, incluso en un mundo de omega verse puede haber alguna excepción a la regla.
Así que eso era. A veces en los rompecabezas de más de 500 piezas todas ellas se parecen sin embargo, aunque encajan milagrosamente con otras, no significa que se hayan acomodado en el orden correcto.
Estos dos hermanos esconden bajo su apariencia un secreto que podría ser clave.
—Entiendo, el joven Alfa Etzel es un Alfa y tiene la naturaleza de uno sin embargo la mantiene controlada. Como el joven Edward al medirse con las groserías para no mostrarse como es con su familia.
— ¿Vas a escribir eso en tu historia?
— ¿Quieres que lo escriba?
—Eres perspicaz. —Dice murmurando— Preferiría ser el segundo protagonista perfecto y nada tóxico.
—De acuerdo.
Él permanece en silencio y junta sus manos palma con palma haciendo fuerza al entrelazar sus dedos.
Aunque creo que sería más interesante si fuera un segundo protagonista que solo aparenta serlo y mantiene un lado oscuro...
Esa clase de personalidad oculta sería mucho más interesante de escribir.
No lo haré, por supuesto. Si el joven Edward me ha contado sobre él no es para que escriba y ventile sus secretos.
Lo mejor será que le dé un papel un poco diferente. Será mi secreto también.
Pero si será un segundo protagonista con elemento sorpresa basado en la apariencia.
—Siento mucho no ser de gran ayuda.
—Por el contrario, me ha servido mucho sus consejos.
—Aunque no es mi especialidad pues soy editor en novelas de Duques, sé algo sobre los lobos pero no soy uno.
—Por supuesto que es un lobo.
—No, señorita Beckham. No lo soy.
Hay algo en esas palabras que me parece misterioso y a la vez, un lamento.
El resto de la tarde transcurrió sin poder encontrar esa pieza del rompecabezas que me falta. La conversación aunque se había tornado en un momento incómodo, rápidamente se volvió animosa en cuanto el señor Eardwulf volvió a ser el tópico inicial.
No lo entiendo, de algún modo, nos es imposible evitar mencionarlo.
***
[Voy a eyacular dentro ¿Puedo?]
[Hmmm… hazlo, por favor… Alfa]
Apenas pude escribir en mi teclado esas palabras cuando una sensación placentera y energizante me recorrió por todo el cuerpo.
— ¡Aaaaah, señor Eardwulf~!
Decir su apellido me deja un sabor amargo y a la vez demasiado dulce. Mis manos no pueden detenerse hasta que finalmente llego a la cima y en medio de mi último suspiro exclamo con todas mis fuerzas.
— ¡Ereeeen~!
Y después del placer llega el arrepentimiento y también la vergüenza. Dije su nombre, fuerte, claro, en crudo. Fue algo delicioso, mi imaginación nunca había sido tan vívida. Incluso cuando no conozco su cuerpo desnudo pude visualizarlo, recuerdo su camiseta sudada y pegada, sus músculos en el gimnasio. Su olor, no fue difícil verlo aquí en este momento tan extraño y a la vez íntimo.
¿Qué hice? Me dejé llevar en una conversación erótica con alguien y me imaginé a mi propio jefe haciéndome todo eso. Incluso le pedí que se corriera dentro.
— ¡Cadence Beckham, no tienes vergüenza!
Me golpeo en la frente con fuerza. Tal vez si el golpe fuera grande pueda obligarme a olvidar tan bochornoso incidente. Mi corazón late con fuerza y mi mirada se dirige entre la penumbra apenas iluminada por la pantalla de mi computadora hacia el lugar de la puerta. Por un momento me lo imagino tocando en la entrada con fuerza, bestial, lleno de deseo. En cuanto abro me toma en sus brazos y me besa, ambos nos fundimos como si fuéramos unas velas a punto de derretirse juntas, su mano recorre debajo de mi muslo encontrando la humedad de mis piernas.
“Ah, sabía que estarías así. En mis sueños acabas de atormentarme y desperté deseando tenerte”
¡NO!
Golpeo con fuerza de nuevo en mi frente. Debo sacarme esos pensamientos obscenos ¡Es el Demonio de Lupus, no cualquier tipo! ¡Si se entera de que lo usé para mis fantasías---!
— ¡Entiende! ¡Él está fuera de los límites!
Soy una desvergonzada, incluso lo llamé por su nombre… Ver mi cuerpo casi desnudo solo evidencia más lo que acabo de hacer. La forma en que yo…
En el momento en que me golpeo nuevamente en la frente hago un movimiento extraño y golpeo la computadora. De inmediato meto mi mano para evitar que caiga de la pequeña mesa cuando presiono la imagen de perfil del usuario EDW2238.
[Esas si son historias de verdad, eróticas y con contenido recreativo que me pone duro. Como siempre Goldess Endypit ha hecho un capítulo excepcional]
Es imposible que esas palabras sean de la misma persona ¿cierto?
[Mientras algunos autores pretenden tener talento, Endless Lamort nuevamente nos deleita con sus descripciones tan detalladas que no dejan nada a la imaginación. Una autora con tal erotismo debe tener un cuerpo igual de perfecto]
¿Qué es esto?
No solo sus comentarios son obscenos, solo comenta en las novelas de autoras de historias con lobos del tipo para adultos.
Veo mi cuerpo, mis pechos desnudos y mi camisa arriba de ellos descubriendo todo. Me siento vulnerable, como si ese ser asqueroso pudiera verme desde la cámara descompuesta de mi computador de algún modo…
Rápidamente me cubro y escribo algo para cerrar de una vez por todas cualquier conversación con ese tipo. Incluso si es un hombre y está lleno de falsedades fue mi amigo y me ayudó mucho en estos meses. Quisiera cortarle de tajo de mi vida, al mismo tiempo no estoy segura si debo hacerlo de esta forma. Aunque debería sentir que es peligroso, una parte de mí aun quisiera darle el beneficio de la duda.
Por otro lado está el señor Eardwulf, lo que hice solo se agrava más con esto que acabo de descubrir.
Eso solo hace que me sienta más culpable.
—Soy… un ser sucio y despreciable.
Aunque no puedo llorar mi pecho duele y mis ojos arden. Abrazo mi cuerpo hundiendo mi cara entre las rodillas mientras veo pasar la noche, ni siquiera creo poder dormir tranquilamente. Porque si lo hago tal vez él aparezca en mis sueños y no me atrevo a verle a la cara después de lo que hice.
Fue un convenio informal, nunca prometieron encontrarse en el café sin embargo los dos jovenes con un interés en común sabían exactamente cuando encontrarse. Entre sueños se revela lo que realmente sucedió esa vez. No solo Eardwulf tuvo remordimiento por aquel momento en que ambos dejaron que su imaginación los llevara hacia su verdadero deseo. Tambien en el escenario de la extraña sombra que manipula los movimientos de los actores en escena representando los acontecimientos del pasado, Cady recuerda las conversaciones secretas que tuvo con el hermano del hombre al que intenta olvidar al igual que los sentimientos que florecieron durante esos seis meses.







