El beso se rompió con la misma delicadeza con la que había comenzado, como si el mundo hubiera decidido regalarnos solo un instante de paz. Un momento frágil, suspendido entre la duda y el deseo.
Kael aún tenía una mano en mi cintura, y yo sentía mi corazón golpeando con fuerza en el pecho. Ninguno de los dos decía nada. Las palabras... podían romperlo todo.Entonces, una voz rasgó el silencio como una navaja arrastrada por vidrio."¿Interrumpo algo?"Nos separamos de golpe.Edrik estaba a unos pasos de nosotros, apoyado contra uno de los pilares del jardín. Tenía los brazos cruzados, la sonrisa ligera, casi juguetona... pero sus ojos no coincidían. Había algo más en ellos. Algo denso."Vaya, Kael… siempre tan noble" dijo, con fingida admiración. "Consolando a la chica triste del colegio. Qué romántico"."Edrik… " advirtió Kael, con la mandíbula tensa."No, no, en serio" siguió él, caminando hacia nosotros como