22. Delirios
EZRA
Ignoré sus gritos mientras eran arrastradas a las salas de castigo; ahora solo me quedaba una, la misma que me mira desafiante. Esto va a ser interesante.
—¿Qué fue lo que escribiste en su espalda con el cuchillo de plata?
—Perra, porque eso es lo que es.
Asentí, disfrutando de su estremecimiento por mi risa oscura. Creo que voy a disfrutar más jugar con ella que con las brujas.
—La quiero de espaldas al piso y rasguen todo su vestido.
Vi el pánico en sus ojos mientras mis hombres cumplían mis órdenes. En poco estuvo delante de mí, desnuda, con sus brazos y piernas sostenidos sobre el suelo.
—No, no puedes lastimarme. Estoy embarazada, ¿acaso vas a lastimar a la madre de tu cachorro?
Forcejeó tratando de quitarse el agarre de encima, respirando agitada, con el dulce olor a miedo saliendo de ella.
Me incliné para que me viera; sus ojos se levantaron, una esperanza brillando en ellos al verme recorrer su cuerpo.
—Es cierto que estás embarazada, pero ese cachorro