23. Todo tiene un precio
CRYSTAL
Sentí que había pasado por el infierno muchas veces antes de volver. El dolor iba y venía, me llevaba a la conciencia y a la inconsciencia a placer.
Escuchaba voces y luego algo frío que me calmaba el malestar de mi espalda.
Moví un poco mis dedos para tocar la suave sábana; esta no era mi cama y estoy segura de que tampoco estoy en el palacio.
Al menos eso era lo que mi cerebro y yo queríamos pensar.
Una vez más intenté abrir mis ojos, pero mis párpados se sentían demasiado pesados. Necesitaba saber en dónde estaba, así que lo intenté una y mil veces hasta que logré abrir mis ojos en una pequeña rendija.
Más allá de todo, había una figura algo borrosa frente a la ventana. Parpadeé un par de veces hasta que logré ver a Leonor mirar por ella.
En ese instante, volteó, sus ojos abriéndose en sorpresa y soltando algo en forma de alivio.
—Bienvenida de vuelta, Crystal. Me alegra verte despierta. Quiero disculparme contigo por lo que pasó ese día; yo… no me dejaron h