CRYSTALCinco días llevo aquí sin poder caminar más allá de lo que estas cuatro paredes me permiten. No sé si es porque casi no he comido por falta de apetito que me siento tan débil o por algo más.Me miro en el espejo para ver el cansancio en los ojos y los labios pálidos y resecos.Lleno la taza de agua y salgo, dirigiéndome hacia la ventana donde descansa la vasija en la que sembré mi semilla.—Mira, te traje algo de agua para que salgas fuerte y bonita— la vierto en ella y luego la acomodo en un buen ángulo que le pueda pegar el sol.Y eso es todo lo que hago por ahora: sentarme a mirar la vasija por horas, esperando a que la plantita salga frente a mis ojos.Suspiro resignada a esto, a esta vida que solo me ha traído más sufrimiento que otra cosa. Pensé que al salir de la manada de mi compañero sería libre, pero ahora me doy cuenta de que estoy lejos de serlo.El seguro de la puerta suena anunciando la llegada de Leonor; no volteo a verla, sé que trae el desayuno del día para lu
CRYSTAL Me levanté, obligando a mi propio cuerpo a moverse. El dolor nublaba mi vista, la plata hacía estragos en mi interior, pero no podía dejar que me atraparan; aún no estaba lista para morir. Corrí hacia la línea de los árboles mientras mis ojos se cerraban. Thea se estaba preparando, a pesar del dolor, para emerger y salir. No habíamos cambiado en un buen tiempo; para ser más exactos, desde la primera noche de transformación. Caí de rodillas entre las raíces, dándole el control a Thea. El sonido de mis huesos rompiéndose llenó el aire, y mis quejidos de dolor se sumaron a ellos. En un par de minutos, preciosos minutos que no tenía, salió mi pequeña loba blanca. Sus ojos azul celeste, como los míos, miran al frente; sus patas se tambalean en la tierra, tratando de mantener el equilibrio. «Duele, Crystal, aún puedo sentir la plata en mi sistema». «Perdón, perdón por la mala suerte de haberte tocado alguien como yo». —Tres minutos, perra, ya vamos por ti. Thea se adentró h
CRYSTAL El ambiente opresor de esta casa no me gustaba; hay un olor en el aire, una mezcla de sangre y algo más que aún no logro definir. Paso una rápida mirada a mi alrededor: muebles bien limpios, la alfombra sin nada de polvo, cada cuadro perfectamente colocado en su lugar. Parece que se encargan de mantener todo a la perfección, tal como a esa mujer al frente le gusta. Camina con elegancia, diciendo claramente que ella es la ama y señora de todo esto. Muy tarde me he dado cuenta de que he caído en malas manos. —Entra— me dice, abriendo una puerta. A simple vista no parece nada extraño, pero una vez que entro, la piel se me pone de gallina con todo lo que veo. Dos hombres están acostados sobre la mesa, siendo torturados con toda clase de cosas; sus gritos quedan ahogados en la mordaza que cubre su boca. Al fondo, algunas mujeres son obligadas a limpiar la sangre. Sus cuerpos tiemblan mientras sus ojos parecen estar desprovistos de cualquier emoción. Seguimos de largo a otra
CRYSTALLos ojos de Eder se oscurecieron, sus garras se clavaron en el asiento aterciopelado y un gruñido amenazante salió de su garganta, exponiendo nuestros cuellos.Estaba claro que esa noticia no le había gustado; ahora solo falta saber si la tomará en mi contra por esto, aun sin yo ser la culpable.—¡Maldición!, ¿puedes hacer algo?—Puedo cubrirlo; será temporal, al menos hasta que lleguemos a la manada de mis hermanas.—Hazlo, no me voy a arriesgar a que venga por ella. No la va a tener de nuevo; sobre mi cadáver eso pasará.Le dio una orden al cochero para avanzar, dejándome con un presentimiento extraño en el pecho. Sea lo que sea, debo mantenerme alerta porque es más que obvio que él está tomando las decisiones sin siquiera consultarme.Es extraño que ni siquiera me haya preguntado por lo que pude haber pasado allá.Aparté la mirada de él, ahora mirando mis manos que aquella mujer sostenía, recitando muchas cosas con sus labios.Podía verlos moverse, aunque no saliera ni un s
CRYSTALLo sabía, nada de esto podía ser tan bueno; él solo me quiere utilizar. Casi podría reírme de mi propia situación.Kaden me utilizó para hacerse más fuerte en un principio; Eder me quiere utilizar para sus propios planes ahora que sabe que tengo un poder del que ni yo misma tengo control, y Ezra… bueno, al menos él pretende matarme y no utilizarme.Creo que debo estar pagando algo porque mi vida es una mierd4 desde que recuerdo.—Váyanse, me quedaré a solas con ella.Escuché la puerta cerrarse. Todo mi cuerpo comenzó a temblar, estando tan expuesta a un desconocido, porque eso es lo que realmente es.¿Aún es tarde para aceptar su rechazo? No lo sé, pero lo voy a intentar, aún con la mordaza.—No— tapó mis labios con su mano rasposa; la otra comenzó a recorrer mis piernas, adentrándose más entre ellas.Grité mentalmente cuando sus asquerosos dedos me tocaron, entrando en mi interior sin nada de tacto, obligándome a someterme a él.—Te sientes tan bien, más de lo que pensé, Crys
EZRA La daga daba vueltas y vueltas en mi mano, disfrutando del miedo que reflejaban todos los rostros frente a mí. El Alfa era el mejor de todos; su miedo era tanto que hasta se había orinado en los pantalones. —Alfa, los asesinos. Más de seis cuerpos fueron lanzados frente a mí, hombres contratados por el Alfa presente para asesinarme. Creo que debería darle méritos por al menos haber intentado ocultarlos "bien" para darme una emboscada. —Alfa Ezra… —¿En qué momento se te permitió abrir la boca? Todos volvieron a temblar, aún más cuando me levanté hasta quedar frente a la Luna. Trataba de mantener esa fachada tranquila por fuera, pero por dentro… —¿Por cuántas sesiones de tortura has pasado ya? —Se lo juro, Alfa, yo… ¡AHHHH! Amaba el dulce sonido de los gritos de mis víctimas; ver su sangre e incluso saborearla era satisfactorio. Otro corte en su cara se formaba; supongo que ya no estará tan orgullosa de mostrar cicatrices. —Tenemos mucho en este juego y puedo continuar
CRYSTAL "¡Estás embarazada!" Aquellas palabras dichas por la sanadora de la manada aún resuenan en mis oídos, fuertes y latentes, así como la pequeña vida que ahora crece dentro de mí. Miro el documento en mis manos, apretándolo fuerte, como si quisiera aferrarme a esas letras que confirman que realmente lo estoy. Una sonrisa temblorosa adorna mis labios, sintiendo cómo mis ojos se humedecen. Esta feliz noticia cambiará mi vida; de eso estoy segura. ¡BAM! Me exalto con el golpe de la puerta al ser abierta con brusquedad. Trato de esconder el documento de ella, la mujer que más me odia en este mundo, la madre de mi compañero. —¿Qué escondes ahí? Se acerca a grandes pasos, arrancándome el papel; sus ojos se van tornando oscuros a medida que va leyendo. Justo en ese momento entra mi compañero, todo mi mundo se congeló de miedo al ver su expresión severa tomando el informe de las manos de su madre. Los latidos acelerados y estruendosos de mi corazón me sacuden el pecho.
CRYSTAL Mi cuerpo adolorido golpea constantemente la jaula en la que voy, mientras las ruedas pasan por un camino difícil. Pegada al último rincón, puedo ver la otra carreta que viene detrás de nosotros, iluminada únicamente por una antorcha con la llama danzante por la brisa de la noche. Hace poco que oscureció; aún seguimos dentro del territorio de la manada, pero estamos en los límites de la frontera. Más adelante, nos detuvimos. El hombre que me compró abrió la reja, sacándome de allí hacia mi nuevo destino. Otra jaula más grande, tirada por dos caballos, nos espera ya llena de varias mujeres. —Vayan a hacer sus cosas rápido, porque luego de eso se tendrán que aguantar. La otra mujer y yo nos miramos unos segundos antes de escondernos detrás de algún árbol. Subí la falda de mi vestido, bajando mi prenda íntima. Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver la sangre fresca que la manchaba. Cerré los ojos y permití que ese calor cargado de odio se extendiera por mi cuerpo. El ll