Sebastián sintió sudor en su frente y se secó con la mano, desviando la mirada: —Lo siento, Val, te hice recordar cosas desagradables.
Sabía todo lo que Sergio había planeado para que Valeria se fuera con lo puesto.
—Eso ya es pasado —Valeria bajó la mirada y luego volvió a mirarlo—. Lo mencioné para que no te preocupes más. Si insistes en irte, será como si no me consideraras tu amiga.
Viendo a Valeria hablar así, Sebastián sonrió: —Si lo pones de esa manera, ¿cómo me voy a atrever a irme?
Valeria sonrió al verlo aliviado.
La barrera entre ellos parecía desvanecerse con esa risa compartida.
Sebastián tomó una pera del frutero y la mordisqueó mientras se sentaba al lado de Valeria y decía: —Estos días he estado intentando recuperar los mensajes borrados del móvil de Paula, pero parece que alguien hackeó su teléfono antes e implantó un virus. Cada vez que intento recuperar algo, mi ordenador se infecta inmediatamente con ese virus.
—No entiendo mucho de lo que dices —Valeria se frota el