Valeria había salido sin decir a dónde iba y no había regresado.
Lo mismo ocurrió con Iván.
En la sala privada, dos hombres permanecían en silencio; uno bebiendo licor y el otro fumando en calma.
Después de vaciar la botella de brandy en la mesa, Mauricio, ya ebrio, se levantó del sofá, tambaleándose ligeramente.
Sergio, recogiendo el abrigo olvidado de Valeria, se marchó junto con Mauricio.
Al salir del bullicioso bar y bajar los escalones, Sergio vio un coche acercarse y detenerse al borde de la calle.
A propósito, ralentizó su paso, creando distancia entre él y Mauricio.
Una joven bajó del asiento trasero del coche.
Vestida con una minifalda de punto verde, su figura esbelta se destacaba, y una brisa ligera movía su cabello ligeramente rizado, acentuando su belleza desafiante.
Al ver a Mauricio, Catalina se acercó rápidamente.\N—Mau, ¿por qué bebiste tanto?
Ella desprendía un sutil aroma a rosa silvestre, un perfume que Mauricio había olido innumerables veces.
Con una mirada algo eb