Al escuchar lo que Sergio decía, la mirada penetrante de Mauricio titiló con ira, dijo: —Incluso si nuestro matrimonio es una farsa, eso solo nos concierne a ella y a mí, no necesitamos tu opinión.
—Ella es como una hija para mí, ¡claro que me concierne! —respondió Sergio con firmeza.
Sabía que no podía enfrentarse a la Familia Soler, ni a Mauricio, pero ya había cometido un error en el pasado y no permitiría arrepentirse de nuevo.
Aunque le costara la vida, protegería a Valeria.
Mauricio no podía ser confrontado directamente, pero había muchos que secretamente deseaban su muerte.
A él no le importaba con quién aliarse, ¡siempre que pudiera derrocar a Mauricio!
Mauricio vio algo en los ojos de Sergio.
Por un instante, sintió como si alguien hubiera llenado su pecho con algodón, lo que le dificultaba respirar y lo enfurecía.
Con fuerza, Mauricio rompió la muñeca de Sergio y lo lanzó con indiferencia.
Sergio tambaleó hacia atrás unos pasos antes de estabilizarse. Su mano derecha colgaba