Capítulo 8: almuerzo incómodo
¡Hostias! Que suplicio.

—¿Y dónde se conocieron? Si estuviste en Italia todo este tiempo —siguió de intensa.

Raell y yo nos miramos las caras sin saber que decir. Yo me quedé callada, no iba hacer más grande esta telaraña.

—Nos conocimos antes de irme, la verdad me dolió dejarla pero la espera valió la pena —él armó un peliculón en cuestiones de segundos y me sorprendió su habilidad para mentir. Porque hasta creíble era el cuento.

—¡Qué romántico! —esta de un feliz ella—, ¿Y mantuvieron una relación a distancia todo este tiempo?

¡Dios mío! Que deje de preguntar tanto.

—Si, por eso cuando llegué lo primero que hice fue localizarla —me miró y añadió—: La extrañé muchísimo.

Estaba sudando, se notaba que esta situación ya lo estaba poniendo incómodo. Bien hecho, nadie lo mandó a invitar Andrea a comer con nosotros.

—Pues el sábado tendremos una reunión en el yate que me regaló mi papá, así que los espero allí —nos invitó y en eso le acarició con cariño el cabello a Aaron.
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