―Supongo que no eres ajeno a que mi princesa fue bendecida con una hermosa voz ―

―Lo sé, la he escuchado ―sonrió Arioch ―Es una joven con mucho talento, si no fuera princesa, estoy convencido que llegaría lejos como artista ―

―Oh, eso sin duda ―sonrió Dante con ilusión y algo de celos, pues aquello significaría compartir a su compañera

―Desde que mi pequeña cumplió once años, ella se convirtió en el espectáculo principal del festival, bueno, ella y su amigo humano Connor ―agregó Alastor ―Ambos cantan alrededor de una hora para agradecer a la gran deidad lobuna que salvó su ciudad y la volvió más prospera ―dijo rodando los ojos

―Parece que esa versión no te gusta mucho ―rio Arioch

―No es que no me guste ―masculló Alastor ―Es algo incómodo, no soy ninguna deidad ―

―Pero es lo más cercano a una ―rio Dante

― ¿Quién eres tú para decir eso? ―preguntó Alastor burlonamente

―Tal vez tiene un punto allí, pero, si ella cantara en mi honor durante una hora o más, no veo ningún problema con que me