-También está el libro blanco -intervino Garret, con una voz grave que cortó la tensión del ambiente. Ambos, la chica multicolor y yo, lo miramos al mismo tiempo, sus palabras flotando en el aire con una carga de información que no esperaba. Garret no paró, y su tono se tornó más grave-. Ese está en los Olimpos, y es imposible que entren ahí. Lo que querían era el libro negro, para tener una ventaja sobre ti y encontrar la manera de anularte.
Una sonrisa se dibujó en mis labios, una sonrisa sarcástica, llena de desprecio y desdén. Lo miré fijamente, disfrutando del silencio que siguió a sus palabras. No necesitaba responder de inmediato, porque ya estaba formulando mi respuesta, cada palabra calculada con precisión. Me encogí de hombros de manera casual, dejando que mi mano descansara alrededor de mi cintura mientras la otra se elevaba en el aire, en un gesto de absoluta satisfacción.
-Qué pena -dije, con fingido pesar, queriendo que mis palabras calaran hondo-. Lo único que han logra