"Ella salio al bosque toda asustada y sola, entonces algo la arrastro y le dijo.
*No te preocupes, solo te sigo a donde vayas. En la cima sobre las montañas o valle bajo, te daré todo lo que has soñado, solo dejame entrar*"
Fumiko Ibars
-Lo siento...- susurré, pero mi voz se ahogó en el vacío.
Nadie me escuchaba. Nadie me respondía.
El silencio de la habitación se sintió más pesado que nunca, sofocante, como si las paredes se cerraran sobre mí con cada latido de mi corazón. Sentía mi cuerpo entumecido, mi pecho desgarrado y la garganta en carne viva por tanto llorar y gritar. Las lágrimas aún ardían en mis mejillas, pero ya no tenía fuerzas ni para secarlas.
Me incorporé lentamente, sintiendo mis piernas débiles, como si mi propio cuerpo estuviera negándose a seguir adelante. Caminé con pasos torpes hasta el baño y cerré la puerta tras de mí. La luz fría del espejo reflejó mi rostro pálido, los ojos hinchados y rojos, las sombras oscuras bajo ellos que delataban el insomnio de la