Capítulo 46. Está viva
Mikhail salió de las sombras en las que se había quedado para cederle espacio y se acercó a su esposa.
Algo en ella estaba mal y tensaba el ambiente a su alrededor. Podía deberse a lo jóvenes que eran esas agentes de Oso Negro y la incomodidad que generaba en todos los presentes.
No era una situación en lo absoluto agradable
Pero algo más le pasaba a Agnes.
Posó una mano con suavidad en su hombro y le preguntó con un susurro:
-¿Estás bien?
Ella no respondió. Su mirada estaba fija en un punto.
Él siguió la dirección de sus ojos, tratando de entender.
En una de las sillas del lugar, frente a ellos, casi totalmente adormecida por el sopor de algún narcótico, una pequeña que no tendría más de doce años, delgada, pálida, se sostenía a duras penas. Era tan menuda que parecía aún más joven y eso era inquietante.
Kasparov se giró hacia su esposa y la tomó de los hombros intentando descifrar sus sentimientos, buscando palabras que pudieran tranquilizarla.
-Agnes, cariño, no te preocupes por e