Desayuno con sabor a tentación.

«Si me convierto en directora, puedo hacerles pagar por haberme ridiculizado. Estarían bajo mi mando, sería divertido… y ganaría buen dinero», pensó, dejándose llevar por la tentación de la venganza. Sin embargo, terminó alzando ambas manos como si intentara espantar una idea peligrosa.

—¡No, no, no! Yo prefiero subir por méritos propios. Nada de atajos, gracias. El camino fácil no es lo mío.

Derek sonrió, encantado. Esa respuesta… le encantó. Quería aplaudirle.

Estiró la mano para acariciarle la mejilla, pero ella se echó hacia atrás con un gesto de alerta.

—Aún me cuesta creerlo… —murmuró ella, con las cejas juntas—. Es decir, que alguien como tú sea amigo del CEO.

Derek alzó las cejas, divertido, pero Scarlet creyó que su cambio de expresión fue porque lo había ofendido, y se mordió el labio, sintiendo que quizá había metido la pata hasta el fondo.

—No quise menospreciarte —se apresuró a decir—. No soy de esas personas que juzgan por el estatus, solo que… eres un guardia de segurid
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