—Estás bien y lista para irte, tía —sonrió Janette a tía Maryanne, quien no pudo evitar alegrarse, aunque enseguida miró a Lucas, que estaba sentado en el sofá. Él había venido a recogerla.
Tía Maryanne suspiró. —¡Ay, Dios mío! ¡Ay! —Se llevó una mano a la cabeza.
Janette alzó una ceja. —Tía, ¿qué pasa?
—¿Qué ocurre, tía? —preguntó Lucas.
Tía Maryanne gimió y se dejó caer en la cama. —Me duele mucho la cabeza y tengo las piernas temblorosas. No creo que sea buena idea darme el alta hoy. ¡Ay!
Lucas estaba confundido. ¿De dónde había salido de repente ese dolor? Pero cuando tía Maryanne le guiñó un ojo y le hizo un gesto sutil para que siguiera la corriente, él asintió.
—¡Oh, cielos, tía! ¿Han vuelto esas migrañas? ¡No puedo creerlo! —fingió sorpresa y preocupación.
Janette los miró confundida. —¿Qué ha vuelto? ¿Qué está pasando? —preguntó con expresión preocupada.
Lucas suspiró. —La tía Maryanne suele tener migrañas ocasionales que le hacen temblar las piernas y no puede caminar. A vec