—Te lo digo en serio, Mía. Definitivamente es su exesposa —dijo Sofía, cruzándose de brazos con el ceño fruncido. Estaba molesta porque Lucaso ya no pasaba tanto tiempo en la oficina como antes, y estaba segura de que era por culpa de Janettea.
Mía puso los ojos en blanco mientras miraba la revista en sus manos. —¿Y por qué eso debería ser tu problema? Si él decide pasar la mayor parte de su tiempo con su exesposa, ¿no deberías alegrarte por él? Quiero decir, podrían reconciliarse y finalmente sería feliz.
Sofía fulminó a Mía con la mirada. —¿Qué demonios acabas de decir? ¿Te estás escuchando? —gruñó y se cubrió la cara con la mano—. ¿Por qué debería alegrarme de que puedan reconciliarse? No quiero que lo hagan, Mía. Si eso pasa, lo perderé para siempre.
—Hola, nunca fue tuyo para empezar —se burló Mía—. Mira, Sofía, hay muchísimos hombres allá afuera que se fijarían en ti apenas te vieran. Eres una mujer hermosa. No deberías estar pensando en arruinar la oportunidad de alguien de vol