Caminaba por la Gran vía. Llevaba un pantalón de pinzas, una camisa blanca y un bolso pequeño. Pipo caminaba junto a mí, con aquellos jeans ajustados y una camiseta algo holgada, lo que hacía que la mayoría de las personas con las que nos cruzábamos (la mayoría tías) se quedasen mirándolo con deseo. No me importaba, estaba acostumbrada a que aquello pasase cada vez que paseaba con él.