No tardé mucho en ponerme el disfraz que Ace me había dado. Salí de mi habitación y todo estaba en silencio. Bajé las escaleras y seguía sin haber nadie. Así que pensé que quizá la obra sería al aire libre, preferiblemente en el jardín.
Así que salí. Fue entonces cuando empecé a oír voces. Para mi sorpresa, Ace había preparado algo en el patio trasero para la obra. Pero parecía más bien para el primer acto, que era la doncella ciega en la plaza del pueblo, rodeada de tierra, antes de que el príncipe la encontrara.
Me tapé los ojos con la venda y me metí en mi papel. Sin ver nada, reconocía a todos por la voz.
Me arrodillé al instante, gimiendo mientras pedía trozos de pan a los supuestos aldeanos.
El vestido apenas me cubría el cuerpo. Mis pechos colgaban, apenas cubiertos. Pero por suerte, mis pezones estaban ocultos. Así que, cuando me puse de rodillas, gateando, mis pechos rebotaron y se movieron tanto que sentí que se iban a salir del vestido, pero no lo hicieron.
Abajo, el vestid