"No sé si quiero arriesgarme otra vez, pero lo pensare," susurró, casi sin pensarlo. "No sé si puedo confiar en ti después de todo lo que pasó, no puedo olvidar las veces que me sentí sola, y la vez que me pusiste una mano encima."
Alejandro asintió lentamente, como si ya supiera lo que estaba sintiendo. "Lo entiendo. No te estoy pidiendo que confíes en mí ahora mismo. Solo... dame una oportunidad, pero de estar en tu vida, compartir como antes, y déjame estar pendiente de ti siempre. Si no me crees, al menos déjame demostrarte que puedo ser alguien diferente."
Luciana lo miró directamente a los ojos, su pulso acelerado, el mismo miedo y la misma esperanza que la habían atormentado en el pasado surgiendo una vez más. "¿Y qué pasará si, al final, te fallas a ti mismo?"
El silencio volvió a caer entre ellos, pero esta vez fue menos pesado. Alejandro se levantó, acercándose lentamente a ella. Luciana observó cómo sus movimientos, siempre tan seguros, ahora tenían una suavidad inesperada.