— Mat —se acercó por detrás, alargando despacio el brazo hasta rozarle el hombro—, ¿estás bien?
Relajó un poco el cuerpo, bajando la cabeza y limpiando rudamente las lágrimas que ya resbalaban por sus mejillas.
— Todo bien. No te preocupes. —dibujó una sonrisa floja, apenas perceptible, en un intento de hacerse el fuerte.
No estaba acostumbrado a quebrarse por las cosas que sucedían frente a sus ojos. Ni siquiera se dejó vencer por la tristeza ni el odio puro cuando su madre murió... ¿por qué lo haría ahora?
Respiró profundo y levantó la cabeza despacio, topándose con el menor de frente al abrir los ojos.
Vlad no dijo nada. Tomó una de sus manos que hasta ahora se habían mantenido a los costados después de limpiar sus lágrimas y la aferró contra su pecho, acercándose