Carlos sintió como si un rayo lo hubiese partido en dos. Preguntó, incrédulo:
—Pero... yo vi con mis propios ojos cómo el clan de las sirenas los secuestraba aquel día.
Su madre lo miró con una expresión pesada y solemne.
—Eso fue una actuación voluntaria… fue parte del acuerdo entre nuestro clan y el pueblo de las sirenas.
—Carlos, nuestros antepasados ofendieron a un poderoso brujo negro, y él nos maldijo. Desde entonces, todos los nacidos en nuestro clan han tenido defectos genéticos. Solo el clan de las sirenas puede ayudarnos a resolver ese problema.
—Esa información jamás puede salir del clan. Si se supiera, nuestros enemigos podrían usarla en nuestra contra. Por eso llevamos años colaborando en secreto con ellos.
—Ayudamos los padres de Marinas años antes y ellos gustarían ayudar a curar nuestros defectos. Tus genes también estaban dañados… ¡y fue Marina quien los curó con su propia carne y sangre!
—Tu padre y yo estamos eternamente agradecidos con el pueblo de las sirenas. ¿Y t