Mi alma flotaba en el aire, ya sin capacidad de sentir emoción alguna ante las acciones de Carlos.
Todos estos años, se mostró sumiso y complaciente con Emma, pero tras mi muerte, revelaba ahora un rostro frío e implacable.
Su corazón... realmente es insondable.
Emma acababa de dar a luz. Quiso recostarse sobre el hombro de Carlos con coquetería, pero él se apartó sin dudar.
Todavía sentía en su pecho el rastro de mi cuerpo, y no deseaba que nadie más lo perturbara.
Emma soltó una risa incómoda, fingiendo que no había pasado nada.
—Carlos, escuché que tus padres han vuelto. ¿Es cierto?
—Sí.
Carlos respondió con lentitud, mientras escrutaba con atención la expresión de Emma:
—Sí, volvieron. Dijeron que todos estos años malinterpretamos a Marina… y que su desaparición fue parte de un acuerdo...
Yo escuchaba en silencio, pero pronto noté que Carlos no mencionó nada sobre el traidor.
Emma se llevó la mano a la boca, fingiendo asombro.
—¿Un acuerdo? ¿Por qué yo no sabía nada?
Intentó seguir