Capítulo 2

Cuatro años después...

*Narración por Jorge Smith.

Mis pasos se detuvieron al percibir una silueta parada frente a mi puerta, mi vista se dirigió a los tacones y recorrí sus piernas largas hasta chocar con la minifalda, continué acercándome y sentí un poco de vergüenza al reconocerla, era ella, la que me excitaba algunas noches, pero este no era el lugar donde debíamos encontrarnos.

-¡Jorge Smith! –Pronunció mi nombre y mi apellido en forma molesta. Me lo aseguró la expresión en su rostro.

-Hola Teresa -Me dio igual, pensando que con algún coqueteo la podía calmar. Al introducir la llave por la cerradura la hice pasar. La invité a sentarse como lo hice yo en el sillón, pero ella solo trataba de romper el piso con su calzado de agujas y luego se paró frente a mí, con la mano en la cintura como si esperara una fotografía –Me sorprende verte- le dije y ella empezó a lanzar sus inquietantes quejas de forma interrogante.

-¡¿Qué?! ¡¿Y ni siquiera te disculpas?! ¡¿Acaso olvidaste nuestra cita?!

-La recordé hace segundos, pero ya nos pasamos de la hora, perdimos la reservación –expresé y su enojo aumentó cuando eso ella lo sabía.

-¡¿Dónde estabas Jorge?! ¡¿Que tenías en tu cabeza que era más importante que yo?! ¡Te llamé y te escribí, pero apagaste tu teléfono!

-Vengo de la oficina teresa, no pienses mal que lo único que hago es trabajar. El móvil se me descargó y…

-¡¿Hasta la media noche?! –Exclamó ella interrumpiéndome- Eres el único loco que hace eso, los viernes todo el personal de la compañía sale a las cuatro de la tarde.

-Tengo mis propios proyectos y te los he comentado, con ser un gerente de ventas no conseguiré la fortuna que deseo. Por eso tengo que terminar de llenar los requisitos para que me aprueben el crédito.

-Eso es lo único que piensas, eres un obsesionado con el dinero. No te importó las dos horas que pasé en el restaurante con el objetivo de verte llegar, la hora y media en la peluquería y todo el tiempo que pasé arreglándome para ti.

La ira la envolvió produciendo que sus ojos se le aguaran, me daba pesar, en realidad estaba bella. Y tenía razón, una mujer no debía arreglarse para nada.

-Si quieres anda acostarte en la cama, ahorita voy para allá –dije y abrí la laptop para enviar el documento que se había quedado colgado por problemas con el internet.

-¡¿Y todavía quieres que siga esperando por ti?! ¡Sexo y dinero es lo único que te interesa! ¡Sé que no me quieres Jorge!

-¡La mal agradecida eres tú! ¡Cada vez que salgo contigo me dejas la cartera vacía! ¡A veces necesito también mi espacio y tiempo para ahorrar! –Exclamé. Me estaba haciendo molestar con sus caprichos.

-¡Eres un tacaño egoísta! ¡Lo nuestro se acabó! ¡No quiero verte más!

-Que pases buenas noches Teresa, nos vemos el lunes a primera hora –dije al verla irse cuando el digital marcaba la una del día sábado. No me dolió que sus intenciones eran terminar conmigo. Sabía que mi secretaria volvería a seducirme en la oficina. Aunque me preocupé un poco que se fuera a esa hora tomando cualquier taxi desconocido, ella jamás estaba en mi cabeza, entre nosotros no había amor.

Arranqué mi auto en dirección a la carretera, aprovechaba mi día libre para visitar las tiendas de la ciudad cercana, como gerente de ventas, de eso se encargaba mi trabajo, ofrecer grandes cantidades de productos a empresas mayorista, pero mis intenciones no solo eran hacerle dinero a la compañía ‘‘SanforCar’’ de la ciudad de New York. El proyecto de en mente era lo que me traería fortuna.

Mientras conducía por la vía poco transitada saqué mi celular para verificar mi bandeja de entrada y el resultado no fue lo que esperaba, era obvio que no iba a tener una respuesta tan pronto, cuando los bancos jamás trabajaban los fines de semana.

Al leer la mensajería preferí hacer una llamada.

-Ricardo, ayer mandé la solicitud, en esta semana me deberían dar respuesta –le hablé a mi cuñado a través de la línea telefónica.

-Estoy contando con eso, sabes que sigo sin empleo esperando para trabajar contigo. ¿Crees que sea seguro?

-Por supuesto, en lo que me depositen el dinero empezamos. Ellos al revisarlo verán que tengo un movimiento de cuenta superior y ese es el requisito –le respondí al que escogí para que fuese mi socio.

Mantuve el teléfono en la oreja para seguir escuchando comentarios que él me hacía de su familia cuando una corneta me pegó fuertemente en la oreja que me hizo impresionar…

Aceleré para evitar que me chocara mientras miraba hacia atrás para reconocer el rostro del sujeto que me estaba molestando y cuando volteé hacia el frente ya era tarde. Un fuerte golpe se produjo hacia una persona que se me atravesó derribándola en el pavimento…

Los nervios recorrieron todo mi cuerpo que me hizo temblar. Mis frenos solo dieron una pausa hasta que presioné la chola desesperadamente tratando de huir cuando un gran murmullo de autos atormentaba mis sentidos intentando que me regresara. ‘‘Si se acabó la vida para esa persona no tiene que acabarse para mí’’-dije mentalmente antes de que el volante se me saliera de control, una rueda peló un hombrillo cayéndome hacia un farallón.

Quizá un árbol detuvo la carrocería impidiendo que mis signos vitales cesaran en ese momento. Aun mi corazón latía, pero no podía moverme, mis huesos me dolían y la sangre se derramaba por las fisuras de varias heridas en mi cuerpo. Al rato oí el sonido de la ambulancia. -‘‘Probablemente moriré solo, sin fortuna, sin mujer y sin familia’’ –decía en mis pensamientos hasta quedar completamente inconsciente.

****

*Narración por Andrea.

Mi cuerpo subía y bajaba, movía mis extremidades al ritmo de la música suave, bailar era mi pasión y sobre todo si podía impartir mis conocimientos.

-Así es muchachas. Con pasos coordinados –Minutos más tarde todas frenamos en una pose al terminar la canción- ¡Nos vemos la próxima semana!

-Es bonito lo que haces Andrea –Me dijo mi amiga que subió a buscarme para ir a tomar unos helados- Deberías dar clases también a niñas pequeñas, así doblarías tu sueldo.

-Eso lo sé Estefany, pero sabes que se me dificulta el control del grupo. No me gusta tratar a edades menos de diez –Le aclaré mientras bajábamos las escaleras.

-Odias a los niños, es lo que siempre me dices. Tener hijos es hermoso, lo entenderás cuando salgas embarazada.

-Un día estuve en estado, pero lo perdí.

-Ay, lo siento –Expresó mi amiga a manera de compasión.

-No importa, estoy bien así. Mi pareja y yo decidimos cuidarnos para siempre.

-De igual forma, me preocupo por tu situación, sé que en ese trabajo que tienes no ganas mucho. Deberías ejercer tu carrera.

-Estefany, entiende que no necesito trabajar. Armando gana lo suficiente para mantenernos –dije en modo de orgullo.

-Me alegro por ti, es bueno tener a alguien que te apoye. Yo como madre soltera tengo que seguir adelante con Alís.

Aunque ella era la que había invitado, me ofrecí a pagar los helados. Y mientras lo degustábamos continuamos nuestra conversación.

-Te había invitado para la fiesta de cumpleaños de mi hija, pero no se la voy a celebrar.

-¿Y eso? –La miré extrañada.

-No tengo dinero, gasté mis ahorros en comida –me dijo Estefany melancólica.

-Tranquila, que te puedo ayudar, aquí tengo la tarjeta de crédito de mi marido –Expresé una gran sonrisa al mostrársela.

-Andrea, no deberías, además no quiero deber nada –me dijo con un poco de pena.

-No esperaré a que me lo pagues, de igual forma no soy quien se suda ese dinero –aclaré.

-Ok, te lo agradezco. Solo haremos una pequeña celebración.

-¡Vamos de compras! –dije saliendo de la heladería.

Me quedé el fin de semana con Estefany ayudándola con los preparativos, hasta al otro día después de la fiesta, a las cinco de la mañana del día lunes, intuyendo que debía regresar a mi apartamento.

Al entrar me extrañé de ver la sala desordenada, sentí un poco de miedo, y me llegaron varios pensamientos a la cabeza...

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo