—Me gusta que seas así. La verdad es que hace mucho que no nos vemos. Aunque parecía que no te agradaba la idea de quedar embarazada de Paul, nuevamente —dice y pienso en si es uno de sus cómplices.
—Paul está arrestado. Si insistes en molestarme terminarás como él —le aseguro.
—Kira, querida —dice y Lisandro entra nuevamente a mi oficina—. Mira el hombro derecho de tu amor. ¿Ves una luz roja?
—Lisandro… —digo asustada al notar que un láser lo apunta. Él me mira y me pregunta si las náuseas son muy fuertes.
—Si dices una sola palabra lo mato —me amenaza el desconocido.
Niego con la cabeza y sonrío falsamente, Lisandro debe pensar que sigo hablando con el dueño de la imprenta. Trato de mostrarme tranquila mientras de reojo veo ese punto dirigirse a la cabeza del hombre que amo.
—Haré algo para que podamos vernos, necesito saber si tu bebé será de ayuda esta vez y no tengo mucho tiempo —me dice el hombre al móvil.
—No acepto —digo nerviosa.
—Kira, así como puse tu vida de cabeza cuando