Cerró la puerta y luego me entregó el agua. Tome el agua con ansias tanto así que llame la atención del gorila.
-Tenías mucha sed, claro, quien te manda a hablar tanto.
-Muchas gracias-le entregó el vaso con las manos temblorosas, mi cuerpo esta muy debil.
-ilota, hueles muy mal-Dijo el gorila tapando su nariz-Apestas a gusanos-La verdad no sé a qué huele un gusano.
-No es mi culpa que ustedes no me dejen que por lo menos haga mis necesidades-me excusó. El gorila miró hacia alrededor, y asintió.
-No soy quien toma las decisiones, es el jefe, y si él no te ha puesto una habitación con baño no es mi culpa. Aproveche que él estaba mirando para otro lado y le lancé una mirada matadora, juro que si las miradas matarán él estaría muerto. -Listo, ahora sí me voy, y ojo en abrir la boca, no tengo paciencia, y juro que si vuelves a molestar de nuevo te romperé un hueso-
Nada más sirve para amenazar y ya, eres un bueno para nada, un cabrón que solo sigue órdenes. Me recosté en la cama y col