―Le diré a Josefina para que venga a ayudarte ―dijo Juliana.
Se levantó del sofá y llevó el pequeño cuenco a la cocina. Pero, un minuto después, regresó sola.
No esperaba que Susana no solo la echara de la cocina, sino que tampoco permitiera que Josefina la acompañara y dijera cosas desagradables so