Días después.
Ysabelle se encontraba mal, había amanecido con mucha acidez y ganas de vomitar; para completar, su estado de ánimo cambiaba constantemente. Lo más raro de todo era que su peso había subido un poco; eso la tenía de mal humor y a la vez se sentía deprimida. Intentaba pensar en otras cosas, pero siempre llegaba a su mente su amado Christopher. Lo extrañaba horrores y deseaba verlo; no tenía el valor de hacerlo, solo lo llamaba por un celular desconocido y se quedaba tranquila al escuchar su voz. Ella se encontraba vestida; tenía ganas de ver a las chicas. Eso escuchó el timbre y fue abrir; se llevó una gran sorpresa al encontrarse a su madre.
—Hola, preciosa —habló abrazándola.
Ysabelle sonrió.
—Hola, mami, qué alegría verte.
Ysabell sonrió.
—Lo mismo digo, ¿y mi yerno hermoso en dónde está?
Ysabelle estaba triste.
—Estamos separados.
Ysabell estaba seria, y mirándola de pies a cabeza.
—¿Es por el bebé?
Ysabelle, sin entender.
—¡Bebé!
—Sí, cariño, entiendo que hay hombres