En la casa Greco.
Christopher sonrió al mirar cómo el gato seguía siendo cariñoso con él.
—Parece que Ysabelle te tiene muy malcriado.
—Miau.
En eso sonó el teléfono.
Christopher contestó.
—Buenas noches, casa Greco.
—¿Christopher? —le preguntó Roberta, extrañada.
—Sí, soy yo.
—Soy yo, Roberta.
—Hola, Roberta, ¿cómo estás? —le preguntó él educadamente.
—Bien, gracias. ¿Le puedes decir a Ysabelle que el bus ya no va a salir? Niccolo alquiló un expreso. Estaremos todos esperándolos en el departamento de Lucia.
—Está bien, le diré. Allí estaremos —dijo él.
—Está bien, adiós —habló Roberta despidiéndose.
—Adiós, que tengas una feliz noche.
—Gracias igualmente para ti —dijo ella cortando.
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En la casa Monti.
—Todo listo —habló Uma sonriendo.
—Gracias por quedarte conmigo esta noche —dijo Lucia alegre.
—De nada, cuñada.
Lucia sonrió.
—No me digas así que me lo voy a creer.
—Créelo —dijo ella con seguridad.
—¿Trajiste lo necesario para ir a la playa? —le preguntó.
—Sí, qué bueno que Stefa