En el restaurante.
—¿Qué pasa, Lucia? —le preguntó Arnaldo.
—Seré clara.
—Dime —dijo él mirándola.
—Estoy embarazada y el bebé es tuyo —le soltó.
—¿Qué? —exclamó sorprendido.
—No estás seguro, dímelo para hacerme una prueba de paternidad —dijo ella mirándolo con odio.
—No dudo que sea mi hijo, Lucia, sé que jamás harías algo así, asumo mi responsabilidad, ¿dime qué derechos tengo sobre él? —le preguntó.
Lucía estaba sorprendida.
—¿Piensas que seré como esas mujeres que no quieren que los padres se acerquen a los hijos? Pues no, Arnaldo Rossi, te harás cargo del bebé como yo. Nos turnaremos para cuidarlo, claro, cuando salga de cuarentena —le comentó Lucia, seria.
—Claro que me haré cargo de él o de ella —dijo él encantado.
—Sobre el bebé tengo casi tres meses, estamos perfectamente bien, ya tengo los nombres de él o de ella —le informó mirándolo.
—¿Cuáles son? —preguntó emocionado.
—Sí, es niña, se llamará Meghan como mi madre y Guillermo por mi exnovio —dijo ella cruzando los brazos.