Capítulo 29

Ahora sí que estaba realmente confundida, sumida en la incertidumbre, extraviada en un millón de dudas. En mi cabeza seguían estallando petardos de dinamita y mi corazón no dejaba de hacer bum bum bum en mi busto. Alessia se dio cuenta de que algo me pasaba.

-¿Qué ocurre amiga? estás como si estuvieras extraviada en el desierto-, movió ella su naricita, interesada por verme tan dubitativa e incrédula.

-No nada-, sin embargo yo no sabía qué hacer o decir, me sentía perdida en un mar de arena.

Tampoco me atreví a preguntarle nada a Waldo. Las evidencias tampoco eran condenatorias. El bravucón ese de la heladería era un delincuente común y la bestia se tornó en una especie de justiciero de la ciudad. ¿Por qué podría ser Waldo la fiera que acabó con la vida de ese sujeto y la de los otros tipos? A veces hay tantas coincidencias en la vida que nos hace creer en suposiciones erradas. Lo del carro también era demasiado circunstancial. En el país habían miles de autos de 2005, yend
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