Hubo un asesinato en la playa y Hill me mandó con Perkins a cubrir el crimen. Un pescador había sido ahogado por sus propios compañeros, celosos de que al tipo le fuera muy bien en las faenas y que ellos, al contrario, tenían poquísima pesca. Lo amarraron en sus redes, lo arrojaron al agua y el pobre sujeto se ahogó, sin poder zafarse de sus ataduras. Fue un crimen espantoso. Los asesinaos intentaron encubrir su homicidio diciendo que fue un accidente, que el infortunado se enredó y al no poder desatarse, cayó al agua y se ahogó. Un caso muy truculento que cautivó a Hill. -¡¡¡Portada y central, Lucescu!!!., me gritó cuando yo ya abordaba la unidad móvil del diario. También debía hacer videos para la web e informar sobre el crimen en la ventana informativa de nuestro portal de internet.
-No tengo zapatillas-, me quejé. Yo había llevado falda corta, pantimedias, blusa verde y zapatos abiertos, taco catorce, nada recomendables para la playa. -¡¡¡No me importa!!!-, estaba como siempr